Ejercicios de caracterización del presente
A.- Excepción y guerra como principio planetario de gobierno
En las lecciones del 18 de febrero 1976 («Il faut défendre la société»), Foucault sostiene que la guerra puede volverse un principio de inteligibilidad de una sociedad, no sólo porque ella parece estar a la base de la configuración del Estado, la Economía y el Derecho moderno, sino porque ella está a la base de la producción de ciertos regímenes de discursos, de tecnologías y prácticas con efectos de verdad. «De modo que la guerra es la matriz de la verdad del discurso histórico» (p.146). Este principio bélico constituye un axioma distintivo de la racionalidad política moderna, y dispone condiciones explicativas para el desarrollo del tecnocapitalismo postindustrial.
Esta premisa bélica subyace y define la racionalidad de la gubernamentalidad demoliberal, recobrando el principio del estado de excepción. Esta racionalidad —como explica Agamben—, adopta la forma de una guerra civil legal, que no sólo permite la eliminación física de los adversarios políticos, sino de categorías enteras de ciudadanos. «La creación de un estado de emergencia permanente devino una de las prácticas esenciales de los Estados contemporáneos, aun de aquellos así llamados democráticos» (Estado de Excepción, p.25).
El desarrollo y la historia del capitalismo, como prefiguración de un sistema planetario, ha estado sostenido sistemáticamente desde la práctica de una «guerra permanente», como una axiomática bélica inmensamente destructiva, pero al mismo tiempo como dispositivo económico-jurídico y tecnológico-político de generación y acumulación de riquezas. Así, la industria bélica y todo su despliegue viene a consagrar una dimensión tanatopolítica, pero también un dispositivo securitario e inmunitario del orden internacional.
Pensar las mutaciones y reconfiguraciones de aquellas prácticas, saberes, tecnologías y dispositivos de guerra, de la racionalidad excepcional-democrática, constituye un problema crucial y un significativo campo de investigación de nuestra gubernamentalidad contemporánea.
B.- Vida, poder y política
A los propósitos de este coloquio, resulta relevante advertir que Michel Foucault al tiempo que formula el problema de la relación vida, poder y política, explicita la problematicidad de las resistencias. Vestigio de esta simultaneidad, es la publicación de La voluntad de saber. Allí, la resistencia es pensada en su diseminación regional y múltiple dentro de la red de relaciones de fuerzas, formulándose como una figuración de lo político que modeliza conceptualmente lo “otro” del poder. En lo que se conoce como el affaire iraní, Foucault analiza el levantamiento (soulèvement) a luz de esta categoría, sin la cual -advierte-, el tiempo histórico no sería otra cosa que sucesión, integración, desarrollo y evolución. Por ello, no se trataría tan sólo de una figura de lo político, sino que al mismo tiempo de una figura de pensamiento de la des-composición y la des-inscripción en la historia y sus luchas. Este aspecto, al tiempo que permite pensar las resistencias de forma plural y cotidiana, inscribe una precaución que impide normativizar la lucha política: los sujetos se levantan -explicará- en un lugar determinado y con los medios específicos que tienen a su alcance (1984). Hacia el final de sus trabajos, Foucault volverá a estos problemas, para caracterizar las resistencias como prácticas de libertad, intentando connotar con ello, una labor interminable, un conjunto de aproximaciones sucesivas que configuran una politicidad que dispone de otro modo la relación vida, poder y política.
En Occidente, tanto el concepto de lo político como su puesta en obra, ha separado el bíos de la política, para hacer de la vida un objeto de intervención, gestión y control. La deriva analítica foucaulteana, en cambio nos permite volver a pensar esta relación, en el marco de una politicidad sin figura destinal, indeterminada y desfundamentada. Así, nos encamina hacia un nuevo pensamiento y conceptualización de lo político. Este es precisamente el propósito de este eje temático, por cuanto quiere convocar a todos aquellos trabajos que desde la experiencia latinoamericana se interroguen críticamente acerca de esta relación, y/o sistematicen prácticas específicas de resistencia (prácticas reflexivas de la libertad) desde las categorías propuestas por la analítica foucaulteana.
C.- El problema de la relación verdad y poder
Uno de los aspectos más importantes del pensamiento de Michel Foucault es la imbricación problemática -y problematizadora- de dos asuntos que suelen ser pensados como si se tratase de dos aspectos de la actividad humana mutuamente independientes y, al mismo tiempo, excluyentes entre sí, reproduciendo de esta manera un antiguo mito que desde Platón (v. La verdad y las formas jurídicas, conf. II)– ha venido naturalizando la idea de que entre «Poder» y «Saber» no puede existir más que una relación de oposición. Para acceder al saber, nos narra ese mismo mito, se exigiría renunciar al poder, en el entendido que poder y verdad constituyen esferas esencialmente -si no, acaso, «ontológicamente»- antinómicas.
Es precisamente este mito al que, según Foucault, habría que hacer frente, de modo de entender que la verdad -su ejercicio, los marcos y fronteras que ella impone, y las estrategias de legitimidad y normalización que ella autoriza- tiene efectos políticos y materiales concretos sobre la realidad, y que la verdad jamás está disociada del poder ni sin poder. De ahí que para Foucault -según señala en una entrevista con A. Fontana-, «la cuestión política sea la verdad misma».
Sabemos ya desde Vigilar y castigar que los dispositivos y mecanismos de objetivación que el saber pone en operación permiten que el poder gane en eficacia «y en capacidad de penetración en el comportamiento de los hombres», de manera que «todo mecanismo de objetivación puede valer como instrumento de sometimiento», al tiempo que «todo aumento de poder da lugar a unos conocimientos posibles» (VC). De este modo, la formación y acumulación de conocimientos nuevos redunda en una multiplicación y sofisticación de los efectos y de las tecnologías de poder. De ahí que no exista «relación de poder sin constitución correlativa de un campo de saber, ni de saber que no suponga y no constituya al mismo tiempo unas relaciones de poder» (VC).
Problematizar las estrategias de verdad, los dispositivos y tecnologías de «poder-saber» que informan nuestra contemporaneidad y que definen -demarcan y constriñen- aquello que venimos siendo, constituye una tarea de significativa importancia, y es en concordancia con la urgencia que ella nos impone, que hemos considerado necesaria la apertura de la presente convocatoria.
Cuerpos y sus regímenes
D.- Somatopoliticas y regímenes corporales: los aportes de los estudios biopoliticos a los análisis del cuerpo como categoría interseccional
El cuerpo como superficie de inscripción de las relaciones de poder, es sin duda uno de los ejes principales en donde se han revelado las discusiones biopolíticas pasadas y presentes. No es menor que gran parte de las investigaciones llevadas a cabo por Foucault examinan las formas de gobierno encaminadas a vigilar y regular los cuerpos, por medio de estrictas normas corporales y tecnologías políticas que desmienten la idea de un cuerpo natural, pre discursivo o libre de intervención tecnológica.
De la anatomo a la biopolítica, pasando por los dispositivos sexuales, penales, escolares y psiquiátricos entre otros, encontramos un escenario en que el cuerpo es centro e inicio de los circuitos que sustentan la legitimidad de los múltiples regímenes de la vida. Así, el cuerpo, entidad visible y campo de disputa, es resultado de toda clase de intervenciones y sujeciones encaminadas a la individualización y al establecimiento de su verdad deviniendo objeto de gestión política y técnica que en forma de ortopedias o sistemas de regulación invita a pensarlo también como un lugar de resistencias tal como destacan las lecturas actuales del cyborg, lo queer, la nueva carne, el pos humanismo etc.
Las relaciones entre los estudios biopolíticos y otras lecturas críticas del cuerpo han posibilitado la apertura hacia nuevas interrogantes que refrescan las discusiones en torno a los clásicos dispositivos biopolíticos ampliado con ello la matriz analítica de los fenómenos del biopoder y posibilitado giros y rupturas que muestran de manera profunda las economías políticas que rodean la gestión de los cuerpo sexuales y/o racializados , la producción performativa de las relaciones entre naturaleza, vida y cultura, las relaciones entre androcentrismo y edad, la utilización de los cuerpos femeninos para fines sociales y estatales, las formas alternativas de corporeidad y deseo, así como la potencia política de los “anormales”.
Desde estas articulaciones y tensiones este eje propone un diálogo acerca de las interrelaciones indisociables que se dan entre objetos bio-discursivos tales como el género, sexualidad, raza, etnia, edad, entre otros marcadores de diferencia y desigualdad social con los estudios biopolíticos para revelar la gestión somatopolítica que caracteriza a las sociedades neoliberales contemporáneas y que toman la forma de lo viviente. Se trata de discutir acerca de las actuales tecnologías de dominación, regulación, control, optimización, etc. que operan en los cuerpos en tanto multiplicidad y que producen subjetividades de acuerdo a las actuales distribuciones del poder.
Procesos de gubernamentalidad
E.- Estrategias económicas de gobierno
La consolidación del liberalismo avanzado se materializa en una serie de discursos que prescriben las formas de entender los modos de producción y del trabajo en nuestras sociedades actuales. Tal como señalan Rose (1996); Du Gay (1996); Parker, Cheney, Fournier, Land (2014), esta consolidación repercute en las subjetividades, ya que construye un tipo de ser humano: un sujeto libre, un homo economicus, un trabajador flexible. Estas figuras de subjetividad son claves para entender las estrategias del gobierno de la vida economica basada en la idea de ‘ciudadanía activa’ (Dean, 1995), así como las formas de gobernar desde lineamientos globales (Parker et. al, 2014; Rivera, 2018).
Siguiendo a Foucault, el gobierno es una noción relacionada con lo económico y también, con la conducta y funciona a través de mecanismos económicos, pero también actuando sobre la subjetividad. En esta línea, para el pensador el homo oeconomicus es la interfase, el punto de contacto, entre la tecnología de poder y el individuo, también añadirá las reflexiones sobre la imagen de un hombre empresario de sí mismo en la teoría del capital humano.
De hecho, la racionalidad gubernamental es en lo fundamental una racionalidad económica. Estas estrategias de gobierno pueden considerarse desde diversas perspectivas que tienen en común el punto de cruce entre modelo económico, modelamiento de la conducta y racionalidad regulativa/normativa. En continuidad con estas temáticas, Lazzarato (2011) se ha ahondado en los procesos de subjetivación que produce la deuda como relación social generalizada, Marazzi (2005) en la capacidad antropogenética del capitalismo. Laval y Dardot (2009) postulan de hecho a una descripción inicial de lo que sería la clínica del neosujeto, con sus dispositivos de rendimiento-goce, sacrificio, eficiencia. Desde Latinoamerica, Alemán (2016) ha vuelto a plantear el problema del deseo y la constitución libidinal del sujeto y Méndez (2017) ha intentado captar una suerte de espiritualidad neoliberal en las propuestas de Röpke.
¿Estas nuevas formas del homo oeconomicus reflejan las posibilidades entre la acción individual y colectiva, la capilaridad del poder? ¿Al mismo tiempo, qué formas de contrapoder o contraconducta pueden observarse? ¿Qué posibilidades metodológicas nos abren, insinúan, o al contrario, clausuran estas observaciones del neosujeto? ¿Fuera de los contenidos con los que los diversos estudios observan estas transformaciones de la subjetividad económica, hay una estructura formal? ¿Las anteriores descripciones son posibilidades excluyentes o se trata de aspectos convergentes en la conformación de una misma relación social’)?
Considerando estos antecedentes, este eje se propone analizar las nuevas estrategias de gobierno económico en relación a la producción de subjetividad, ya sea cómo éstas modifican la relación de subordinación del trabajo al capital desde una racionalidad económica que normaliza estrategias de gobierno, o bien, permiten problematizar formas de contrapoder o contraconducta en relación a elementos normativos que pueden observase en nuestras sociedes actuales.
F.- Gubernamentalidad genética, racionalidad y técnica intensiva que no tiene límites en el control de cuerpo
La vida ya no se concibe como un legado inalterable. La biología ha dejado de ser un destino. La incesante búsqueda de beneficios y aumento de valor accionario de las empresas biotecnológicas, sumada a la persecución desesperada de ascenso profesional y fuentes seguras de financiamiento por parte de los investigadores de la ciencia biomédica, han favorecido un conjunto de desarrollos cuyo único objetivo parece ser el aseguramiento de la salud y la vida que a partir de una condición pretendidamente saludable se define. Esto mismo, a la vez, ha incidido para que ya no resulte posible trazar una línea divisoria entre intervenciones dirigidas a regular la susceptibilidad a las enfermedades, por un lado, y las intervenciones apuntadas al mejoramiento de las capacidades del organismo, por otro. La gran aspiración de médicos, genetistas, empresas biotecnológicas, e incluso la de aquellas personas afectadas por ciertas enfermedades -o la de sus familias-, ahora es, por ejemplo, el diagnóstico presintomático, seguido de las correspondientes intervenciones tecnológicas del organismo biológico, que ofrecen corregir sus alteraciones o funcionamientos deficientes. Como ya lo han problematizado ampliamente Agamben, Esposito, Rose, Novas, Fassin y otros, hoy día se podría reflexionar con respecto a estas nuevas formas del poder pastoral descrito anteriormente por Michel Foucault, entendidas como nuevas escenas de la gubernamentalidad -también cabría denominarlas así-, que han empezado a desplegarse en relación con nuestra genética y nuestra biología. Los avances de la biomedicina vinculados a los campos de la biología sintética, la genética molecular y la secuenciación del genoma humano han abierto inéditas posibilidades de aproximación a la conducta de los seres humanos -entendidos en cuanto individuos somáticos-; pero, sobre todo, han expandido las posibilidades de actuar deliberadamente sobre ella. Sería la constatación de un tránsito histórico en el que se ha pasado de las “prácticas de la salud” a “prácticas de control”. No se trataría, entonces, de poner la salud al servicio de la vida, sino la vida al servicio de la salud, paralelamente a lo cual el dispositivo biotecnológico activa operaciones económicas destinadas a generar rendimientos comerciales en favor de la constitución cada vez más asentada de diversas modalidades de “biocapital”.
Dispositivos y sus estratos
G.- Biopolítica, gubernamentalidad y educación.
A medida que el debate y las discusiones en torno a la noción de biopolítica han ido otorgando protagonismo a la gubernamentalidad, las preguntas sobre su vinculación a la esfera de lo educativo se han vuelto una cuestión pertinente. Varios autores han mostrado como una aproximación desde la biopolítica permite un abanico generoso de interrogantes en que lo educativo se encuentra con el gobierno y gestión de los modos de vida. En efecto, los polos extremos de aplicación del poder, a saber, el individuo y la población, se visibilizarían de manera privilegiada en las oscilaciones de la institucionalidad educativa oficial. Por una parte, es sabido como la sistematización y obligatoriedad de la educación fue ganando terreno como política de conformación del Estado Nación desde mediados del siglo XIX en adelante, por lo que es posible incluso hablar de una suerte de “producción de gubernamentalidad moderna” vinculada a la enseñanza y a los dispositivos civilizadores y sanitarios asociados a la escuela.
Dado lo anterior, es viable atender a los trabajos sobre educación de inspiración arqueológica –donde la pedagogía funciona como un discurso sobre la escuela–, así como los de enfoque genealógico –bajo la óptica de la disciplina– para complementarlos en función de su inscripción a las lógicas de gobierno actuales. Esto en un contexto donde la tendencia a una racionalidad neoliberal es dominante y donde se producen nuevas formas de subjetividad con un énfasis en la autogestión de los sujetos y bajo los lenguajes de ciudadanía, tolerencia e inclusión social.
¿Qué lugar tienen las políticas institucionales de educación en el marco de una producción de una gubernamentalidad neoliberal? ¿Cuál es el lugar de la pedagogía al interior del complejo conformado por las ciencias sociales y humanas? ¿A qué tipos de subjetividad dan lugar los requerimientos y exigencias de formación del modelo neoliberal, principalmente bajo las nociones “capital humano” y “homo œconomicus”? ¿Qué vinculaciones pueden establecerse entre las instituciones educativas disciplinarias y el actual modelo dominante de la educación por competencias?¿cómo otros saberes no pedagógicos (por ejemplo de la ciencias PSI, racionalidades jurídico-penal, nuevo managment público o managerialización) han habitado el espacio educativo y qué efectos se pueden rastrear en dicha introducción y circulación?¿cuáles son las formas de resistancia que pueden rastrearse en los dispositivos educacionales?¿qué subjetividades se levantan, entretejen y elaboran en la articulación de la lógica neoliberal y de la escuela como proyecto civilizatorio y sanitario?
Amplios problemas que se plantean en la triangulación educación pública, gobierno, mercado y que son fruto de discusiones en el ámbito educativo, pueden ser abordados bajo una mirada biopolítica que muestra como la regulación opera con lógicas que exceden los límites de la institución para encontrarse hoy con los del mercado..
H.- Farmacotopías y biopolítica
Las drogas atraviesan nuestra historia y nuestra cultura. Concebidas canónicamente como naturaleza pura, o como suplemento protésico cultural, las drogas, no lo solo han contribuido a transformar la economía, la legislación y la geopolítica de nuestro mundo, sino también tempranamente fungen como tecnologías del cuerpo, acoplándose a la producción de subjetividades marcadas. Ese fármacon, esa medicina, ese filtro a la vez remedio y veneno se ha introduciendo en el cuerpo del discurso con toda su ambivalencia. En efecto, esa multiplicidad de sustancias estabilizadas en el significante drogas, como aparatos de representación, han configurado una arena de la diferencia, una superficie turbia de figuración de los Otros. Zonas confusas en las que reina la opción ineludible de lo incierto, lo enigmático y lo abyecto. En consecuencia, tanto del costado de imaginación histórica hegemónica como de las prácticas institucionales, se ha ido trazando una gramática de las drogas caracterizada como negatividad pura. Este sistema representacional, por cierto, residual hasta día de hoy, ha sido una condición de posibilidad para que sobre esta multiplicidad de objetos, prácticas y sujetos se ciña tempranamente una serie múltiple y polimorfa de controles y prohibiciones, desde las cruzadas monoteístas, las guerras imperiales, las convenciones internacionales, hasta las narcomáquinas contemporáneas.
Sin embargo, la crítica fundamentada en una analítica del poder centrada en los regímenes de prohibición y sus aparatos de control, parece soslayar e invisibilizar “ciertas” positividades asociadas al mundo de las drogas (ensamblajes de objetos, practicas, contextos y sujetos) y sus prácticas de gobierno. Dicho de otro modo, la mirada excesivamente jurídica centrada en la Ley, obstaculiza una mirada de mayor alcance, no logrando ver con nitidez ver cómo en el gobierno de las drogas, el saber, el poder y los modos de subjetivación se articulan entre sí, revelándose como dispositivos productivos, capaces de producir artefactos, discursos, induciendo la construcción de determinados tipos de cuerpos, placeres, resistencias, goces, conductas y contra-conductas, a través de formas diversas de objetivación y subjetivación. En tal sentido para hacer inteligible la historia presente de las drogas, debemos interrogarnos por los modos de problematización, es decir interrogarnos respecto a las prácticas de objetivación y modos subjetivación, ceñidas sobre el mundo de las drogas. En definitiva, saber cómo se forjaron ciertos hechos y verdades que hicieron posible que este objeto –las drogas– deviniera en objeto de pensamiento, es decir, en objeto de gobierno, a contraluz de las prácticas de resistencias y contra-conductas.
Procesos de objetivación y subjetivación
I.- Tecnologías securitarias y postsecuritarias de gestión de sí mismo y de los otros
Según Michel Foucault (2007), los dispositivos de gobierno liberales y neoliberales, se caracterizan por generar entornos, discursivos y materiales, donde los individuos se experimentan libres, pero rodeados de riesgos. De este modo, para este autor el “miedo” y el cálculo “prudencialista” con relación al futuro, juegan un rol central en las subjetividades liberales y neoliberales (Ewald, 1997, O’Malley, 2013). Junto a lo anterior, en un proceso que no reemplaza la efectuación siempre actualizada de los dispositivos recién mencionados, es posible constatar que, en los últimos 20 años, han ocurrido algunas transformaciones importantes a este respecto; se trata de la conformación de racionalidades y prácticas de gobierno en función de las cuales se irán constituyendo mecanismos que se orientan a favorecer la creación y el potenciamiento de distintos capitales -piscológicos, culturales, materiales, etc.- que resignifiquen el riesgo y lo conviertan en una oportunidad, promoviendo una actitud confiada y optimista respecto al futuro.
En términos generales, asistimos a la emergencia de nuevos dispositivos que se caracterizan por promover estrategias de gestión de uno mismo y de los otros; las cuales, en lugar de organizarse en torno al miedo, consideran al riesgo como una oportunidad, promoviendo una actitud positiva y confiada, que se centra en la búsqueda de la felicidad y el bienestar. Por ejemplo, en el ámbito de los “saberes psi”, a fines de los 90 se crea la denominada Psicología Positiva, de amplia difusión y legitimidad en distintas áreas -neurociencias positiva, educación positiva, felicidad organizacional, etc.- que entrega “formulas científicas” para encontrar y promover la felicidad (Binkley, 2014). En el ámbito de la gestión del riesgo, distintos autores (Coaffe & Fussey, 2015) han mostrado que, desde los noventas, pero especialmente luego de los atentados de las Torres Gemelas el 2001 (Neocleus, 2013), el concepto de resiliencia se ha convertido en una estrategia central. En efecto, desde la seguridad de las naciones desarrolladas, pasando por el cuidado de ecosistemas, de la infraestructura crítica, de los soldados, hasta modos de crianza infantil, pueden ser gestionados en base a esta racionalidad, la cual se caracteriza por promover una actitud optimista, que confía en la posibilidad de capitalizar el trauma (Rose & Lentzos, 2017).
La presente es una invitación a reflexionar críticamente en torno a las formas de gestión de sí mismo y de los otros que se yerguen en relación, tanto, a los tradicionales dispositivos securitarios, como, a los emergentes mecanismos postsecuritarios. Ya sea en las imbricaciones, las especifidades y las diferencias que ambas tecnologías de gobierno comportan, algunos temas posibles son: delincuencia, sensación de inseguridad, drones y vigilancia, miedos y medios de comunicación, políticas seguridad ciudadana, resiliencia y nuevas estrategias de gestión del riesgo; happiness index, coaching y autoayuda, matar en nombre de la felicidad o el destino del poder soberano en la era de la felicidad; “saberes psi” y felicidad; más allá del déficit y la necesidad: políticas públicas felicidad/bienestar.
Extensiones y prolongaciones ecosistémicas
J.- Gubernamentalidad Urbana y Contra-Geografías
El aproximarnos a la ciudad como un dispositivo o un conjunto de dispositivos heterogéneos, supone discutir sus efectos, intersecciones y tensiones en torno a una madeja de tecnologías gubernamentales que, de un modo u otro, se materializan y friccionan en el espesor del espacio urbano. Pensar la gestión de las poblaciones y las comunidades humanas en clave de gubernamentalidad urbana, implica problematizar el entramado de técnicas de regulación, control, monitoreo, planificación y gestión productiva de la vida urbana, desplegada -operativamente- a partir de un ensamble de instituciones, agentes, discursos, ordenanzas, planes, metodologías, instrumentos y saberes expertos, mediante los cuales se ejerce una tecnología específica de poder sobre un territorio y una población concreta, con el objetivo de “conducirla” de modo rentable y eficaz; optimizando en los habitantes la interiorización de retoricas civilizatorias en torno a la seguridad ciudadana, la movilidad eficiente, la revitalización de los barrios, el crecimiento inclusivo, la competitividad y la innovación, las smart cities (máquinas de gestión de datos), la gobernanza integrada, la participación colaborativa, el urbanismo táctico, los nuevos estilos de vida urbana, la calidad de vida en las ciudades, etc.
En un escenario socioeconómico y urbano de carácter neoliberal, el estado ha venido experimentando, no precisamente un repliegue en materia de sus competencias para incidir en la gestión urbana, sino que viene desarrollando una metamorfosis de sus funciones y lógicas de acción, lo que se traduce en lo que la literatura plantea como el “empresarialismo urbano”, donde se observa su rol activo en términos de impulsar el crecimiento económico y la competitividad de las ciudades, de preferencia facilitando y promoviendo la participación del capital privado. El empresarialismo urbano, en tanto tecnología de gobierno de las ciudades, es interdependiente de la lógica de acumulación de capital, cuyo dispositivo motor es el proceso de urbanización y los actuales planes de renovación urbana. En ese marco, los agentes inmobiliarios requieren de la colaboración del sector público, pero no únicamente para que éste promueva y facilite sus emprendimientos económicos y cree las condiciones para la acumulación, sino para que despeje –higienice- el suelo urbano de riesgos y usos ilegítimos, mediante mecanismos extraeconómicos para la generación de valor. Así, las iniciativas de renovación urbana (de colaboración público-privada), vienen a operar como dispositivos para la gestión, estigmatización, expulsión y desplazamiento de usos del espacio considerados como ilegítimos, esto es, formas de habitar alternativas al canon hegemónico; en oposición a los usos legítimos, es decir, rentables, que permiten re-perfilar la imagen de la ciudad, hacerla más competitiva, y objeto de subjetivación y consumo para las elites.
En este campo de relaciones, también se vienen observando manifestaciones colectivas de carácter regional, comunal y barrial que se movilizan, rechazan e impugnan –mediante tácticas de convivencialidad heterogéneas- la hegemonía de la agenda neoliberal y su ethos empresarial, llegando a configurar contra-geografías parciales al interior de un campo de disputa inscrito en los espacios urbanos que habitamos. Procesos –todos- susceptibles de problematizar en sus diversos despliegues, expresiones, escalas y potenciales convergencias. De ahí que este eje de problemáticas se articule en función de las siguientes preguntas generales: ¿cuáles son las principales transformaciones que están en la base de las actuales imbricaciones entre la planificación urbana, la gestión de espacios y poblaciones, y los procesos de gubernamentalización implicados en ello? ¿de qué forma, las actuales dinámicas de segregación residencial, gentrificación, control del espacio público, configuración de ciudades inteligentes, el urbanismo participativo, la regeneración urbana, etc. se inscriben al interior de los nuevos modelos de gubernamentalidad urbana? ¿Cuáles son las principales tensiones, contiendas y disputas urbanas desplegadas en este actual escenario de mutaciones?
K.- Eco-gubernamentalidad: Biopoderes y nuevos sujetos ambientalistas
Gobernar la naturaleza, territorios, culturas, ambientes y ecologías locales no está exento de contestaciones y resistencias. Diversos procesos socio-ambientales en curso como la sequía, desertificación, deforestación, desastres socio-naturales, entre otros asociados al extractivismo y cambio climático, se asocian con diversas estrategias de gobierno neoliberal de los ecosistemas, que a su vez producen resistencias multi-escala en diversos territorios y ecologías latinoamericanas. El biopoder estatal-corporativo y sus diversas estrategias de apropiación y desposesión territorial está produciendo diversos modos de subjetivación ambientalista. Como señala Paul Robbins, los regímenes de gestión ambiental institucionalizados y cargados de biopoder han llevado a la emergencia de nuevas clases o tipos de personas, con sus propias autodefiniciones emergentes, entendimientos del mundo, ideologías y comportamientos ecológicos. Las nuevas eco-gubernamentalidades neoliberales están acelerando la producción de nuevos modos de subjetividad ecológica y movimientos ambientalistas.
América Latina, como proveedora mundial de soja, minerales, alimentos, petróleo, madera y recursos forestales, entre otros, se ha convertido en un laboratorio global de estos nuevos regímenes de eco-gubernamentalidad neoliberal. A pesar que los nuevos gobiernos progresistas en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia y otros han planteado reducir el extractivismo y así respetar las ecologías, culturas locales y su buen vivir, la evidencia muestra que ocurrió exactamente lo contrario. Como indica Edgardo Lander, las estrategias neoextractivistas de los gobiernos progresistas de la región han contribuido a profundizar el modelo extractivista. Por otro lado, los gobiernos neoliberales también han radicalizado sus estrategias extractivistas, y por ende se han radicalizado las resistencias y movimientos que buscan alternativas a los regímenes de eco-gubernamentalidad neoliberal. Por ende, se han multiplicado los modos de subjetividades ambientalistas, trayendo consigo una amplia gama de subjetividades político-ecológicas, conectando multiplicidades dispares según clase, género, y etnia.
En ese contexto, este eje propone interrogar estos nuevos modos de subjetividades producidas por la eco-gubernamentalidad extractivista y neoextractivista que asola los territorios latinoamericanos, proponiendo preguntas como: ¿cuáles son las manifestaciones específicas de los regímenes de eco-gubernamentalidad?, ¿cómo se ha desarrollado su proceso de gubernamentalización?, ¿qué tipo de saberes y modos de información se despliegan para ejercer su dominio? Asimismo, se invita a problematizar la producción de los nuevos sujetos ambientalistas: ¿qué tipo de subjetividades derivan de las máquinas de gobierno neoliberal de ecosistemas?, ¿qué modos de resistencias y proyectos colectivos surgen?, ¿cuáles son los alcances para la liberación de los nuevos sujetos y sujetas ambientalistas?